Llegó el comienzo del viaje, la insólita hora de la partida, el instante aparcado del adiós. El amargo gesto de despedida precipita el nudo en la garganta, propicia el incesante chirriar de los oxidados goznes de la memoria.
¡Adiós!, te vas hasta la muerte exhalando tu último aliento helado... Se acerca ya el instante del cíclico comienzo, origen y final de nuestras coordenadas, donde el adiós abraza a la esperanzadora bienvenida. Serenamente afrontaré los decisivos golpes que transmutan los dígitos. ¡Quién pudiera regresar de nuevo al principio de cada partida!
Como las huellas en la arena que el agua diluye en recuerdos, así transitamos, hastiados, por este fragilísimo sendero hasta que nos deshacemos en finos hilos de memoria.